Siempre que exista un resto visual, por mínimo que sea, se debe potenciar su uso para alcanzar el máximo desarrollo posible. En muchas ocasiones, estos restos no serán ni siquiera muy evidentes. Pero el máximo aprovechamiento de la información visual siempre será útil para la vida cotidiana, para la orientación y movilidad, para las tareas diarias, para la propia autoestima, etc. En ocasiones los niños tendrán un programa de estimulación visual bien establecido que se debe seguir en las actividades de ocio y tiempo libre en las que les apoyemos.