Las personas sordociegas se encuentran en una situación de
alto riesgo de aislamiento y de soledad como consecuencia de las barreras que les crea la propia discapacidad sensorial. Son extremadamente dependientes de la actuación de personas que ejerzan de mediadores en lo concerniente a la comunicación, al acceso al medio, al mantenimiento y desarrollo de sus potencialidades. En ausencia de personal suficientemente dispuesto y competente, se encuentran en la imposibilidad de desarrollarse como seres humanos, en el plano afectivo, cognitivo, ocupacional y cultural. Este hecho explica la
necesidad de un entorno enriquecedor y suficientemente preparado.
Finalmente, la doble discapacidad sensorial aporta restricciones extremas en la percepción del mundo exterior, privando de este modo a la persona de soportes que habitualmente permiten el ejercicio del pensamiento, la comunicación y la acción.
Es de gran importancia que para cada persona sordociega haya un proyecto personalizado, que incluya el máximo de actividades concretas, apoyados por los mediadores y por el contacto con sus iguales: actividades ocupacionales, de autonomía en la vida diaria y de ocio y tiempo libre, así como actividades orientadas a mejorar la comprensión del mundo y la comunicación.
Por consiguiente, una particularidad de nuestro Centro será la variedad de competencias y especializaciones del personal: