Una vida llena de amor

Hace ya bastantes años, mientras íbamos de despacho en despacho, de puerta en puerta, un puñado de familias comenzábamos a soñar con que algún día tendríamos un centro para las personas con sordoceguera, en el que nuestros hijos podrían tener cabida.

Alí estaban los padres de Juan Antonio, con tanta ilusión como los demás, sabiendo que era muy difícil. Más que difícil, pensábamos que era imposible. Pero no por eso nos echábamos atrás.

Comenzaron las primeras actividades de APASCIDE, y Juan Antonio se apuntaba a casi todo. Con mucho trabajo. Tenía que luchar no sólo con la sordoceguera, sino con problemas que lo hacían más frágil que los demás. Ahí estaba él: en los encuentros de familias, en los campamentos, en las salidas al parque, en los respiros…

Y cuando inauguramos el Centro Santa Ángela de la Cruz, Juan Antonio entró a formar parte de la familia. En la Unidad de Día. Con sus talleres, disfrutando de la piscina, participando en todas las actividades. Ha viajado a todas partes, actuado en el teatro, escuchado conciertos, se ha montado en las atracciones de los parques temáticos, ha saludado a los leones marinos, a las serpientes, a los perros. Ha tenido una vida llena de experiencias, y de amor

Nosotros nos sentimos felices de haberle facilitado todas las vivencias en las que ha participado, y estamos agradecidos por haber tenido esta oportunidad.

Juan Antonio, aunque parezca que no está, seguirá siendo parte de nuestro Centro.