Peggy Freeman, una de las fundadoras de la organización inglesa de sordoceguera, Sense, falleció hace unos días a los 94 años de edad.
Peggy fue un ejemplo para nosotros, como madre y como luchadora de Sense. Cuando supimos que nuestra hija Inés era sordociega, buscamos desesperadamente información, direcciones, libros… Años después encontramos su obra «El bebé sordociego». Ya teníamos mucho recorrido hecho, buscando recursos y pautas de actuación, y este libro nos habría facilitado mucho las cosas de haberlo tenido desde el principio. Es una de las recomendaciones que damos a los papás que comienzan a descubrir esta realidad. Hay una versión resumida y traducida a la que se puede acceder online.

Portada de una de las primeras revistas de Sense, en la que aparece Peggy Freeman
Todavía tuvieron que pasar unos años desde que nos dimos cuenta de lo que es la sordoceguera, hasta que contactamos con otros padres, y con APASCIDE nos volcamos hasta convertir esta organización en el centro de nuestro proyecto de vida, el nuestro y el de nuestra hija.
Los pasos de Peggy Freeman han sido uno de los modelos que más nos han inspirado.
La historia de Peggy, profesora, adquirió un rumbo singular cuando su cuarto hijo, su hija Bunty, nació en 1954 con afectación por la rubéola, sordociega. No tenía a quién recurrir, no sabía qué hacer, hasta que una profesora de sordos la puso en contacto con otros padres de niños sordociegos, y contactó con Margaret Brock. Ambas animaron a otras 10 familias, y fundaron la primera asociación de padres, que luego pasaría a llamarse Sense, y es hoy la mayor organización inglesa de atención a la sordoceguera, y probablemente la mayor que hay en el mundo.
En 1980 abría Sense la primera residencia para personas con sordoceguera, Manor House, cerca de la ciudad de Peterborough. Tuvieron que esperar hasta 1985 para abrir el primer centro en Escocia. Y en la década de los 90 la necesidad de atender a tantos chicos y chicas esparcidos en residencias de diversa índole les hicieron abrir más de 70 residencias y hogares para sordociegos.
Hoy que Peggy se ha ido, su hija Bunty, sordociega de 68 años de edad, sobrevive a su madre y vive tan feliz como puede ser cualquier persona en una residencia de Sense en la ciudad de Birmingham.
La historia de Peggy y la historia de Sense nos emocionan y nos motivan. Le estamos agradecidos. Creo que Peggy estará ahora echando un vistazo hacia abajo, apoyando desde allí a todos los sordociegos… y puede que esté viendo nuestro Centro. Seguro que le recordamos sus comienzos, y espero que nos apoye en lo que pueda.
En su nombre y en el nuestro, apoyad a nuestro Centro, no le dejemos caer. Haz una pequeña aportación: